Bibliotecas digitales

Concepto

Una biblioteca digital es una colección de documentos u objetos digitales seleccionados y organizados acordes con un marco político y conceptual definido, que proporciona tanto acceso a la información y a los recursos que contiene como servicios especializados a sus usuarios e interacción con los mismos, amén de preservar la integridad y permanencia de sus contenidos en la medida que lo posibilite el avance tecnológico.

 

En la mayoría de los casos, los elementos que caracterizan a una biblioteca digital son:

  • Sirven a una comunidad de usuarios concreta que no necesita la presencia física para obtener la información requerida
  • Proporcionan múltiples y ágiles formas de acceso a la información
  • Carácter multimedia: las colecciones de la biblioteca digital no deben limitarse a los documentos impresos sino que se extienden a los documentos digitales que no pueden ser representados o distribuidos en formato impreso.
  • Están organizadas y gestionadas con voluntad de permanencia en el tiempo
  • No representa a una única entidad
  • Incorpora procesos de acceso y aprendizaje
  • Requiere del apoyo constante de la tecnología para integrar recursos diferentes
  • Tiene como meta el acceso universal al conocimiento
  • La interacción con los usuarios finales constituye el elemento esencial. El servicio que presta no se circunscribe a la mera relación ordenada de documentos digitales susceptibles de ser utilizados, sino que amplía sus prestaciones proporcionando una plataforma capaz de interrelacionar la fuente con el usuario.

 

Una visión reduccionista concluye que la simbiosis entre colección digitalizada y herramientas tecnológicas capaces de gestionarla sería suficiente para definir la biblioteca digital. Sin embargo, es fundamental añadir la idea de que se erige (o debería ser así) en uno de los actores más directamente implicados en el ciclo vital del documento, desde su nacimiento hasta que se distribuye, utiliza y preserva. Se trata por tanto de una organización que aspira a convertirse en centro gestor y difusor del conocimiento, en el que los profesionales encargados de su implementación y desarrollo actúan como intermediarios entre la información y el usuario final, con el que además están en continuo contacto e intercambio.

 

Análisis

Uno de los principales problemas que plantea el acercamiento a lo que supone la biblioteca digital es la propia indefinición del término. Existen numerosas visiones sobre un concepto difícil de concretar por la conjunción de diversos factores: en primer lugar, la propia evolución de las bibliotecas, cuyo vertiginoso desarrollo y necesaria adecuación al entorno marcado por el avance tecnológico y la sociedad de la información impiden establecer una acepción unánime y global; en segundo lugar, el marasmo terminológico con el que nos enfrentamos, en el que confluyen de forma aleatoria y confusa conceptos como biblioteca digital, biblioteca digital electrónica, biblioteca virtual o biblioteca híbrida según los especialistas que consultemos; y en tercer lugar, y derivado de lo anterior, las contradicciones que presenta en la literatura, puesto que algunos autores estiman que la biblioteca digital se reduce a la mera digitalización documental, con una serie de enlaces dispuestos en un catálogo en línea acompañados de herramientas de la Web 2.0. No contemplan que aglutina a un conjunto integrado por contenidos, servicios y usuarios, sustentado en una infraestructura tecnológica que posibilita la interacción de todos ellos.

 

La visión académica y clásica de las bibliotecas como meros centros de administración documental, estáticos y pasivos, está claramente en crisis. La sociedad de la información demanda la gestión y accesibilidad del conocimiento, a través de plataformas que garanticen la interacción con los usuarios con las menores restricciones posibles. Las bibliotecas digitales evolucionan en este contexto, en el que tanto la democratización del acceso como la preservación y conservación documental son dos de los elementos más característicos y polémicos de este nuevo modelo, en el que se ofrecen servicios de valor añadido con el objetivo de dotar de autonomía al usuario en la gestión del conocimiento. Son por tanto precisos nuevos instrumentos que permitan una mejor descripción de los documentos tanto formal como sobre todo de los contenidos (metadatos y ontologías), que anuncian el tránsito gradual de la Web 2.0 a la Web semántica.

 

En esta evolución, los problemas de la integración de los datos y de favorecer la interoperabilidad de los mismos se trata de subsanar con el desarrollo de proyectos como Linked Open Data, que utiliza el entorno Resource Description Framework (RDF) para compartir y describir recursos creando una web de datos, y su implementación en ontologías o dominios que posibilitan la presencia de datos abiertos y enlazados con el objetivo de facilitar la integración y la calidad de los sistemas. Las consecuencias inmediatas son la reutilización de datos y la inferencia de conocimiento. Los dos lenguajes ontológicos más conocidos son RDF Schema para inferencias sencillas y OWL (Web Ontology Language), que añade más expresividad.

 

Por otro lado, tanto la ISBD consolidada de 2011 como las normas RDA (Resource Description and Access) para describir y facilitar el acceso a los recursos son las respuestas desde el campo del proceso técnico bibliográfico al reto que supone la nueva realidad digital, facilitando la incorporación de los registros en la web debido a su gran flexibilidad y adaptación a la Web semántica.

 

La planificación e implementación de una biblioteca digital es un proceso que precisa de un planteamiento metodológico interdisciplinar, que incorpora al menos los siguientes elementos:

a) Análisis de las necesidades de información del colectivo al que en principio va dirigida, con un estudio previo del entorno, del contexto en el que se desenvuelve.

b) Autoevaluación de la estructura, los fondos y las posibilidades técnicas y humanas del centro u organismo que la desarrolla.

c) Establecimiento de objetivos concretos y búsqueda de apoyo institucional para su desarrollo.

d) Necesidad de persuadir al personal bibliotecario de la importancia de apostar por la biblioteca digital como estrategia de crecimiento del centro o institución.

e) Selección del material para formar la colección. Se trata de un proceso complicado, relacionado con otras decisiones estratégicas, y en el que se combinan las necesidades de nuestros usuarios, las posibles restricciones legales de uso y las características de los documentos, sopesando si es posible su digitalización, si tiene un tamaño adecuado, si soportarían un proceso de digitalización o si el resultado permitiría reducir el uso de los originales y protegerlos así de una manipulación que les conducirá a su deterioro. Y por último, la búsqueda e integración de colecciones externas generalmente ligadas a convenios de cooperación.

f) Procesos técnicos de digitalización, en los que se eligen los formatos, la resolución, el soporte y los metadatos. Las preguntas esenciales son si con el proceso de digitalización se dañan los originales; si tiene suficiente valor para justificar su preservación, ya sea por sus elementos físicos, su importancia histórica, su contenido intelectual, la concordancia con los objetivos de institución a la que pertenece la biblioteca o si contribuye a la memoria histórica de la institución; si el soporte en que se encuentra la copia de preservación realizada (por ejemplo, un microfilm) permite su adecuada utilización o representa con exactitud el contenido; y por último si el valor del documento está en relación directa con el coste que supondrá su digitalización.

g) Procesos de preservación: custodia de los Master y forma de realizarlos, creando los mecanismos necesarios que garanticen tanto su consulta como su permanencia. Y ello debe dirigirse a dos aspectos fundamentales: asegurar la continuidad futura del proyecto en todos los ámbitos y por otro dotar de la mayor solidez posible a los soportes en que se ha digitalizado.

h) Adaptación de un sistema de mantenimiento y control de los contenidos, marcadamente interdisciplinar, formado por bibliotecarios e informáticos, que facilite el uso de la biblioteca.

i) Plan de marketing para difundir la biblioteca y dotarla de la mayor visibilidad posible.

j) Evaluación constante y rigurosa de su funcionamiento con los objetivos de garantizar la correcta evolución de la biblioteca digital y su adecuación a los objetivos programados, pero también, y asegurar su aceptación por parte del usuario y de la sociedad en la que se inserta.

Implicaciones

La enorme dimensión del proceso y su carácter interdisciplinar exige un considerable volumen de esfuerzos que sólo son posibles de asumir a través de la cooperación. La implicación de los gobiernos, la apuesta por el desarrollo de estándares libres que permitan dotar de todo su potencial colaborativo a las bibliotecas digitales, y la interconexión de las colecciones documentales de diferentes organismos, tanto nacionales como internacionales, constituyen factores de desarrollo indisolubles con el crecimiento y éxito de las bibliotecas digitales.

 

Como ya se ha apuntado, el factor tecnológico adquiere una enorme relevancia, por cuanto quedan latentes e irresolubles dos problemas que condicionan la evolución de las bibliotecas digitales: la volatilidad de los soportes documentales y la imposibilidad de asegurar la permanencia de la información digital. En ambos casos, quizá la apuesta por estándares abiertos sea una solución plausible, pero requiere el compromiso de los poderes públicos para permitir su desarrollo. Tampoco son desdeñables las dificultades derivadas de la naturaleza volátil de los soportes o la inestabilidad de la información digital.

 

Del mismo modo, es indudable el impacto que las bibliotecas digitales tienen sobre los derechos de autor. La irrupción de iniciativas como Open Source para el software o las licencias Creative Commons para el mundo documental, surgen en el contexto de abrir nuevas vías de accesibilidad digital ajenas al mundo de las editoriales de pago. El alto coste de las revistas especializadas, a pesar de la proliferación de convenios de colaboración entre las bibliotecas para su adquisición, obliga a buscar nuevas fórmulas que permitan su supervivencia y la continuidad de su oferta de información.

 

Por último, el propio papel del bibliotecario está sujeto a una necesaria transformación y adaptación a las nuevas necesidades que acompaña a la biblioteca digital. Las habilidades digitales, la capacidad para crear, organizar, recuperar y difundir documentos digitales, debe ser una constante en su actividad, circunstancia que a su vez repercute en su relación con el usuario, más cercana y basada en la interrelación constante.

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Fecha de ultima modificación: 2014-04-10